jueves, 25 de febrero de 2010

No me despiertes


 

Qué dulces fueron

los besos que me robaste

aquella madrugada,

qué agria la despedida

cuando decidiste alejarte

dejando desnuda mi alma.

Qué ayer más poblado de vida,

qué hoy más desierto,

más muerto,

más frío,

qué Nada...

Qué vacío, vida mía,

cuando me despierto

y no te encuentro en mi cama,

cuando al buscarte en mis sueños

sólo encuentro oscuridad,

y al despertarme asustado y solo,

tengo que echarme a llorar.

Y en mi llanto abrazo el sueño,

y en el sueño, un despertar

en ese mundo incierto

donde te vuelvo a encontrar,

en ese mundo de sueños,

en el que nada es realidad,

que se asemeja a la Muerte

porque siento allí la Paz.

Por eso quiero pediros:

no me despertéis jamás.


 

© 2010 Santiago Alonso - Todos los derechos reservados

miércoles, 24 de febrero de 2010

Elegí el infierno


 

Tu amor me daba calma;

el suyo, sufrimiento.

Tus sueños me abrazaban;

con los suyos, sólo miedo.


 

Preferí la tormenta,

me perdí en este juego,

y ahora que vuelvo herido,

siguen tus brazos abiertos.


 

© 2010 Santiago Alonso - Todos los derechos reservados

lunes, 22 de febrero de 2010

Cruel olvido

Si no puedo evitar la decepción,
al menos no me condenes al olvido,
que duele menos que odies mi recuerdo,
a que borres de tu mente mi cariño.

© 2010 Santiago Alonso - Todos los derechos reservados

domingo, 21 de febrero de 2010

Bailaremos


Escogimos mal la melodía
que bailar aquella vida,
y perdimos el compás
en cada encuentro,
en cada despedida.

Por buscar tus besos
en tu ausencia,
y buscarme cada vez
que no podía,
esquivamos de ambos
la rutina
condenando al fracaso
fantasías.

Acercaba yo mis pasos a los tuyos,
y sentía tu barrera protegida,
y al sentir que tus huellas me seguían
un miedo cruel obligaba mi huída.

Cobardía, tal vez,
yo jamás lo negaría,
y al volver a buscarte aquella tarde
me encontré de bruces, todavía,
con sorpresa mayor que la agonía
que produce la incertidumbre de la vida.

Ya no éramos ninguno los que fuimos,
ni sonaba el vinilo que solía,
hoy la música evocaba con sus notas
un calor ardiente que gemía,
retumbando en mi ser
con pasión arrepentida.

Nos dejamos llevar,
tan sólo eso,
y los pies parecieron levitar,
nuestros cuerpos se fundieron en la brisa,
y nunca más nos volvieron a encontrar.

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sábado, 20 de febrero de 2010

Amor platónico


 

Miró en su espejo empañado imaginando sus pliegues tersos, y un suspiro decepcionado retumbó ronco a través de sus sueños. Tras su piel las huellas cruelmente sinceras que traicionan secretos de vivencias. Cicatrices mordaces que sus intimidades revelan indiscretamente. Su amante descansaba todavía en la cama salpicada de pecado. Su marido la esperaba al otro lado de una línea que siempre da ocupado. Tras secar las gotas de rocío, y empapar con ellas su toalla, caminó descalza hasta el pie mismo de la cama. Se acostó de nuevo lentamente, y abrazó una almohada de carne calurosa, sintiendo palpitar de sangre un sentimiento de culpa y de vergüenza. Al salir el sol que atraviesa los poros colándose en su alcoba, vislumbró asombrada aquella escena. Si aquél hombre era su marido, no entendió a dónde el de sus sueños se encontraba. Se cubrió la cara con la almohada y llovió su rostro impregnado de nostalgia por dormir de nuevo con su esposo, y seguir soñando con su amigo cada madrugada.

© 2010 Santiago Alonso - Todos los derechos reservados