Y va desbordándose el río, de lágrimas, por tu marcha. Se apagaron las estrellas que guiaban tu mañana y se encienden los recuerdos de versos y de nostalgias.
Dejaré de ser parva ligera y entorpecerá mi hablar su verborrea, olvidaré palabras, datos, señas... Ganará caducidad mi piel y mi belleza. Dejaré de ser jazmín y primavera, mas seré ciprés, invierno, senda... Y una huella arrugada en mi vereda, recorrerá cual sombra lenta, serena, el camino inevitable a lo más profundo... de la tierra.