martes, 14 de diciembre de 2010

Sin decir adiós


Con el alma en un puño
me abracé a la almohada,
esperando noticias,
un gesto, una palabra...

y el silencio eterno
en mi vacía cama,
me recuerda despiadado
la soledad de mi casa.

Ausente y descalzo
camino las horas de un reloj
que por mí no pasa,
se quedó parado

aquella madrugada,
ese catorce de marzo,
esa fecha cruel y amarga
en la que sin decirme adiós
te alejaste una mañana,

sin una despedida,
siquiera una mirada,
llevándote mi calma,
dejándome vacío,
sin brillo ni esperanza.


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