Responde el eco del silencio
entre pared y pared,
nuestra cama espectadora
duerme ya rendida
en su desierto sin tu oasis.
Es hora habitual de nuestro beso,
golpea su tic tac la espera,
y atento a una puerta ya cerrada
está mi pensamiento.
Por si volvieras,
guardo unas cuantas lágrimas dulces,
el resto sin la sal de tu humor
ya se han secado.
Por si volvieras,
mis reproches he dejado morir en el retrete
y han corrido con la misma suerte del desagüe
que fugó toda esperanza.
Me dejaré morir en el sofá de tus lecturas,
tal vez tu olor conduzca hoy todos mis sueños
y pueda reencontrarme con tu risa.
©2015 Santiago Alonso. Todos los derechos reservados.