Compungida mi alma solloza silenciosa
en la nocturnidad de un amor secreto
e ingrato en el que se arrastran orgullos
y vanidades por debajo del fango vergonzoso.
El eco de una culpa reclama mi atención
velando mis desvelos,
y entonces siento detenerse el tiempo
de forma insoportable.
Su silueta se dibuja entre sombras
como fantasmas invadiendo mi habitación.
Su perfume destila en la sangre de mis venas
y me impregna de su aroma mi sudor.
Hoy sus besos perezosos
quieren jugar al escondite
y me alarmo al no encontrar
su suave piel al tacto
de mis sábanas de raso.
Se resbala mi esperanza
hasta el témpano de hielo de mis pies
y no puedo evitar de nuevo
sumirme en la melancolía del ayer.
Abrazado a tu recuerdo anhelo morir
y comenzar de nuevo a buscarte
en otro cuerpo o, al menos, nacer
habiéndote olvidado para volver
a conocerte en algún macabro juego
del destino que sin duda goza
morbosamente al verme convertido
en conejito de indias perdido
en un laberinto de amor.
© 2011 Santiago Alonso - Todos los derechos reservados