sábado, 20 de febrero de 2010

Amor platónico


 

Miró en su espejo empañado imaginando sus pliegues tersos, y un suspiro decepcionado retumbó ronco a través de sus sueños. Tras su piel las huellas cruelmente sinceras que traicionan secretos de vivencias. Cicatrices mordaces que sus intimidades revelan indiscretamente. Su amante descansaba todavía en la cama salpicada de pecado. Su marido la esperaba al otro lado de una línea que siempre da ocupado. Tras secar las gotas de rocío, y empapar con ellas su toalla, caminó descalza hasta el pie mismo de la cama. Se acostó de nuevo lentamente, y abrazó una almohada de carne calurosa, sintiendo palpitar de sangre un sentimiento de culpa y de vergüenza. Al salir el sol que atraviesa los poros colándose en su alcoba, vislumbró asombrada aquella escena. Si aquél hombre era su marido, no entendió a dónde el de sus sueños se encontraba. Se cubrió la cara con la almohada y llovió su rostro impregnado de nostalgia por dormir de nuevo con su esposo, y seguir soñando con su amigo cada madrugada.

© 2010 Santiago Alonso - Todos los derechos reservados

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